Cuando estaba en Reus ponía siempre a mis alumnos un divertido vídeo canadiense de dibujos animados llamado así, “la increíble historia de la patata”. Y es que hemos de valorar en su justa medida el papel esencial que tuvo este tubérculo de origen andino en la alimentación de las masas pobres europeas en los siglos XVII, XVIII y XIX. (y por tanto en el crecimiento de la población).
Una vez que llegó de América de mano de españoles y (tal vez) piratas ingleses, este producto alimenticio fue realmente despreciado, sólo útil como alimento para los cerdos. Pero durante la Guerra de los Treinta años (1618-1648), un conflicto que asoló toda Europa, la patata hizo visibles todas sus ventajas: se adaptaba bien a los suelos pobres, no era visible al estar oculta bajo tierra, se transportaba fácilmente y era variada a la hora de prepararla. Pronto la patata se convirtió en el alimento básico de regiones de agricultura difícil como el este de Alemania o Irlanda.
En Francia hubo que esperar al esfuerzo del farmacéutico Parmentier. Hecho prisionero por los prusianos en la Guerra de los Siete años (1756-1763), en sus mazmorras aprendió a valorar la importancia de la patata, e intentó introducir su consumo en su país, cosa realmente difícil, ya que la patata era considerada como “el peor de los productos vegetales”. Parmentier tuvo que recurrir a dos estratagemas: en primer lugar, atraer la atención de los reyes, a los que invitó a un banquete con todos sus platos elaborados con patata (incluído el licor); en segundo lugar, cultivó un terreno cerca de Paris custodiado férreamente por la Guardia real. Poco antes de la cosecha, la guardia se relajó misteriosamente, lo que permitió a los intrigados vecinos de la zona “robar” toda la producción, que así se difundió por toda la región.
A partir del siglo XVIII, el cultivo de la patata, pese a las reticencias iniciales, se convirtió en el recurso básico para evitar las hambrunas en zonas como Rusia, Suecia, Irlanda o norte de España. Hay autores que consideran que su expansión fue esencial para el proceso de la industrialización, porque consiguió alimentar a una masa de población pobre que con el tiempo se convertirá en el proletariado industrial. El cuadro que ilustra la entrada, “comedores de patatas” (1885) de Van Gogh, ilustra perfectamente lo que acabamos de afirmar. Aunque el éxito de la patata, no obstante, también conllevó una gigantesca tragedia, que ya explicaremos cuando hablemos de la Gran Hambre irlandesa de 1845-1848.
Una visión más ampliada de esta historia en http://www.historiacocina.com/historia/patata/pag1.html o en http://www.todopatatas.com/historia.php
Una vez que llegó de América de mano de españoles y (tal vez) piratas ingleses, este producto alimenticio fue realmente despreciado, sólo útil como alimento para los cerdos. Pero durante la Guerra de los Treinta años (1618-1648), un conflicto que asoló toda Europa, la patata hizo visibles todas sus ventajas: se adaptaba bien a los suelos pobres, no era visible al estar oculta bajo tierra, se transportaba fácilmente y era variada a la hora de prepararla. Pronto la patata se convirtió en el alimento básico de regiones de agricultura difícil como el este de Alemania o Irlanda.
En Francia hubo que esperar al esfuerzo del farmacéutico Parmentier. Hecho prisionero por los prusianos en la Guerra de los Siete años (1756-1763), en sus mazmorras aprendió a valorar la importancia de la patata, e intentó introducir su consumo en su país, cosa realmente difícil, ya que la patata era considerada como “el peor de los productos vegetales”. Parmentier tuvo que recurrir a dos estratagemas: en primer lugar, atraer la atención de los reyes, a los que invitó a un banquete con todos sus platos elaborados con patata (incluído el licor); en segundo lugar, cultivó un terreno cerca de Paris custodiado férreamente por la Guardia real. Poco antes de la cosecha, la guardia se relajó misteriosamente, lo que permitió a los intrigados vecinos de la zona “robar” toda la producción, que así se difundió por toda la región.
A partir del siglo XVIII, el cultivo de la patata, pese a las reticencias iniciales, se convirtió en el recurso básico para evitar las hambrunas en zonas como Rusia, Suecia, Irlanda o norte de España. Hay autores que consideran que su expansión fue esencial para el proceso de la industrialización, porque consiguió alimentar a una masa de población pobre que con el tiempo se convertirá en el proletariado industrial. El cuadro que ilustra la entrada, “comedores de patatas” (1885) de Van Gogh, ilustra perfectamente lo que acabamos de afirmar. Aunque el éxito de la patata, no obstante, también conllevó una gigantesca tragedia, que ya explicaremos cuando hablemos de la Gran Hambre irlandesa de 1845-1848.
Una visión más ampliada de esta historia en http://www.historiacocina.com/historia/patata/pag1.html o en http://www.todopatatas.com/historia.php
No hay comentarios:
Publicar un comentario