lunes, 31 de marzo de 2008

Memorias de un europeo


Stefan Zweig (Viena, 1881/Petrópolis – Brasil – 1942) fue un novelista y ensayista austríaco de gran éxito en su època, y del que, en la actualidad, se están traduciendo y publicando muchas de sus obras.
Pero Zwieg fue, ante todo, un hombre de su tiempo, un espectador – y protagonista a veces- de una época que vio el final del imperio austrohúngaro, la guerra mundial, la revolución soviética, la época de entreguerras, la ascensión del nazismo y la anexion de Austria por parte del Tercer Reich. De orígenes judíos, hubo de exiliarse, primero a Gran Bretaña, luego a diferentes países sudamericanos. Finalmente, se suicidó en Brasil junto a su esposa, desesperados ante el futuro de Europa y de su cultura.
Porque Zweig fue, ante todo, un destacado europeísta, viajó por todo el continente, vivió en numerosas ciudades (Paris, Salzsburgo, Viena, Berlín, etc.) y mantuvo relaciones epistolares con muchos intelectuales de la época.

Destaco en esta entrada una de sus obras, su autobiografía, publicada tras su muerte. Se llama “El mundo de ayer. Memorias de un europeo” . En el prefacio afirma: “Nací en 1881, en un imperio grande y poderoso – el imperio de los Habsburgo- pero no se molesten en buscarlo en el mapa: ha sido borrado sin dejar rastro. Me crié en Viena, ciudad dos veces milenaria y supranacional, de donde tuve que huir como un criminal antes de que fuera degradada a la condición de ciudad de provincias alemana. En la lengua en la que había escrito y en la tierra en la que mis libros se habían granjeado el afecto de millones de personas, mi obra literaria fue reducida a la ceniza. De manera que ahora soy un ser de ninguna parte, forastero en todas; huesped, en el mejor de los casos. También he perdido a mi patria propiamente dicha, la que había elegido mi corazón, Europa, a partir del momento en que esta se ha suicidado desgarrándose en dos guerras fratricidas. Para mi profundo desagradado, he sido testigo de la más temible derrota de la razón y del más enfervorizado triunfo de la brutalidad de cuantos caben en la crónica del tiempo”.

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