miércoles, 22 de octubre de 2008

Liberté, ¿egalité?, fraternité: el caso de las mujeres


Tras el triunfo de la revolución en 1789 pronto surgió una contradicción evidente: una revolución que basaba su justificación en la idea universal de la igualdad natural y política de los seres humanos ("Liberté, Egalité, Fraternité"), negaba el acceso de las mujeres, la mitad de la población, a los derechos políticos, Una mujeres que, por cierto, tomaron parte muy activa en la defensa de la Revolución, creando incluso clubes políticos (como la Sociedad de mujeres republicanas y revolucionarias)

La autora teatral y activista revolucionaria Olympia de Gouges (1748-1793) fue la protagonista de la contestación femenina. En 1791 publicó la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana que era, de hecho, un calco de la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano aprobada por la Asamblea Nacional en agosto de 1789. Asimismoo, realizó planteamientos sobre la supresión del matrimonio y la instauración del divorcio, con la idea de un contrato anual renovable firmado entre amantes. También milita por el reconocimiento paterno de los niños nacidos fuera de matrimonio y la creación de maternidades.


El programa de Olimpia de Gouges era claro: libertad, igualdad y derechos políticos, especialmente el derecho de voto, para las mujeres.


Sin embargo, el planteamiento feminista no era compartido por los varones que dirigían la revolución. El encarcelamiento y ejecución de Olimpia de Gouges durante el período de la dictadura jacobina (bajo la acusación de girondina) simbolizó también el fracaso de las reclamaciones feministas durante la revolución

Contenido el gran impulso revolucionario, a las mujeres se les niega el acceso a los clubes políticos, se combate su politización y se las recrimina predicando su vuelta al hogar, como afirma este texto: “Desde cuando les esta permitido a las mujeres abjurar de su sexo y hacerse hombres? La naturaleza ha dicho a la mujer: Sé mujer. Tus trabajos son el cuidado de la infancia, los detalles del hogar y las diversas inquietudes de la maternidad” . Mas aún, con la reorganización burguesa que inicia Napoleón, con el Código Civil, la mujer casada vuelve a ser sometida a tutela, cae bajo el dominio del marido en su persona y en sus bienes; se niega la indagación de la paternidad; se quita a la casada derechos civiles, como a las prostitutas; y se les prohibe el divorcio y el derecho de enajenar sus propiedades.

Una copia de la Declaración, aquí

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